viernes, 1 de diciembre de 2006

Un nuevo mes que huele a frescor y despedida

1ro de Diciembre, un nuevo mes...aunque menos caliente, mas humano, inundado de colores y música especial. Rodeado de consumismo, pero cercano a un fin de año con la disposición de resumir, reflexionar, proponerse nuevos retos...casi siempre mejorar.

Canción de Navidad
El fin de año huele a compras,
enhorabuenas y postales
con votos de renovación;
y yo que sé del otro mundo
que pide vida en los portales,
me doy a hacer una canción.

La gente luce estar de acuerdo,
maravillosamente todo
parece afín al celebrar.
Unos festejan sus millones,
otros la camisita limpia
y hay quien no sabe qué es brindar.

Mi canción no es del cielo,
las estrellas, la luna,
porque a ti te la entrego,
que no tienes ninguna.
Mi canción no es tan sólo
de quien pueda escucharla,
porque a veces el sordo,
lleva más para amarla.

Tener no es signo de malvado,
y no tener tampoco es prueba
de que acompañe la virtud;
pero el que nace bien parado,
en procurarse lo que anhela,
no tiene que invertir salud.

Por eso canto a quien no escucha,
a quien no dejan escucharme,
a quien ya nunca me escuchó:
al que su cotidiana lucha,
me da razones para amarle,
a aquel que nadie le cantó.

Mi canción no es del cielo,
las estrellas, la luna,
porque a ti te la entrego,
que no tienes ninguna.

Mi canción no es tan sólo
de quien pueda escucharla,
porque a veces el sordo
lleva más para amarla.

(Silvio Rodriguez)

Erase que se era...contexto

Fragmentos de entrevista con la periodista Belén Gopegui • España




Yo empecé a componer mientras pasaba mi Servicio Militar Obligatorio. Por esas circunstancias los primeros destinatarios de mis canciones fueron mis compañeros de armas y, cuando lograba ir a mi casa, lo eran mi familia, mis amigos.


Hay una foto de 1965 en la revista militar Venceremos, donde salgo guitarra en mano frente a una mesa de dibujo. A mi derecha hay una ventana, y quien se fije verá rostros asomados tras los cristales.


Son rostros de reclutas como yo, sabedores de que luego de cenar me refugiaba en aquella oficina con mi guitarra. Ellos iban primero a espiar y después a pedirme canciones de moda que yo trataba de reproducir con poca suerte.



Escribo canciones por un goce bastante egoísta, por el placer que me provoca hacerlas. Asimismo, creo ser su más severo crítico y no suelo cortejarlas mucho. Las mimo solo en los instantes en que, como Atenea, van apareciendo de las migrañas de su padre.

Como las olvido pronto, al reencontrarlas me parecen distintas, como si por la lejanía fuesen otras. Ahí les descubro lo que no les sabía. Me parecen hijas abandonadas y puede que por eso las trate con algo de compasión. O sea, que siempre he escrito para mí, de acuerdo con mi gusto y conciencia.

Algunas canciones pueden parecer herméticas porque a veces la realidad se muestra polisémica e induce tropos.

Pero la inagotable imaginación humana se encarga de rehacer esas canciones para cada circunstancia u ocasión.

Un claro ejemplo es "Unicornio", de la que cada persona tiene su propio argumento. Esto lejos de disgustarme me complace,porque me hace parte de un intercambio infinito con mis interlocutores. Ser parte de ese juego creador puede que sea el mayor de mis privilegios.

Silvio Rodriguez Dominguez